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    EN MEMORIA DE RAFAEL GÓMEZ JIMÉNEZ

          

              Han sido muchas las veces que pensé que aquel video sobre los “Diez primeros años de Cruz de Mayo en La Puebla” no debió de haber finalizado nunca. Si hubiera sido así quizás hoy todavía, amigo Rafael, estarías con nosotros.

     

            Fueron muchas las veces que cuando íbamos a recogerte para realizar el montaje nos decías “muchachos, que no me queda mucho, vamos a terminar pronto”, y aunque con preocupación porque te veíamos regular, constatábamos animadote “¡no digas eso Rafael!”. Nunca pensábamos que hubiese tanta certeza en tus palabras.

     

            Jamás pensé que tras la presentación en la sede de nuestra tertulia de aquel entrañable video, cuando te acompañe a tu casa, sería la ultima vez que compartiera conmigo animadas charlas cofrades.

     

            No me distes tiempo para decirte la tremenda aceptación que había tenido aquella idea y por supuesto, no por la idea en si, sino por los hermosos momentos que habíamos recogido en aquellas imágenes, fruto de tu inmenso trabajo e ilusión, reflejada en el rostro de tantos chavales, por la fiesta de la cruz de mayo, cuna de un sentir cofrade que nos transmitiste a tantos niños, y que hoy, ya mas maduros, aún seguimos viviendo.

     

           Te conocí en el silo, allí en tu lugar de trabajo, por la tardes cuando con tambores de detergente, formaste una “primera banda”. Ibas haciendo, poco a poco el paso  en marquetería para tu querida Virgen de la Infancia. ¡Que hermoso titulo!, aquella que me contaste un día trajiste de Barcelona y de la que hoy gozarás en su presencia.

     

           Tuve la suerte de ser durante cuatro años costalero de “tu virgen” y ver crecer junto a ti el auge de esta fiesta en mayo. Y te recuerdo con tu inquietud, con tu fuerte carácter y esas voces tuyas que al principio nos transmitían nerviosismo pero que después, conociéndote, sabíamos que no eran mas que las ganas de que todo saliera bien, era tu deseo de perfección y con una mirada de complicidad infantil, nos decíamos “ tranquilos es así... chilla, pero es buena gente” y al final todo salía como tu querías, disfrutando emocionado como cualquiera de aquellos chiquillos que erramos entonces nosotros.

     

          De tu labor por nuestra Semana Mayor, no solo deberíamos hablar desde los recuerdos de la cruz de mayo. Viene a mi memoria una conversación contigo en la casa hermandad de Vera+Cruz ante una foto viendo salir la Borriquita, con una Plaza Vieja casi vacía, donde se podía contar los que estabais, me hablaba de aquellos años duros en que la Semana Santa en nuestro pueblo estuvo a punto de desaparecer. Junto a unos pocos luchadores conseguisteis su permanencia y gozaste, en tus últimos años, del esplendor de la misma. Con gran orgullo decías que la presencia de la Virgen de la Paz en La Puebla se debía a ti. A tu empeño y tesón.

     

          

           Probablemente te debamos los cofrades de hoy muchas más cosas. No se trata ahora de enumerar cuáles, podría crear una polémica inoportuna e injusta, tan inmerecida como las que te ganaste más de una vez por tu fuerte carácter.

     

           No sé si alguna vez te dieron una “insignia de oro y brillantes” o algo así, de todas formas no creo que eso te hubiera gustado mucho. Más bien creo que te hubiera hecho ilusión unas sencillas palabras, por eso hoy te he dirigido con cariño y en agradecimiento, éstas, que son humildes y sentidas.

     Juan Mª Olmedo Alfaro.

    REVISTA EL ESTANDARTE 1998 LA PUEBLA DE CAZALLA