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    A MANUEL ORELLANA AVALOS

    Texto; Manuel Cabello Cobo 4Marzo2000

    En lo más hondo de nuestra sensibilidad sentimos una extraña sensación de orfandad y de nostalgias.

    Se fue Manolo Orellana, con sus ojos puestos en su Virgen de la Soledad, a todos los hermanos de la Ve­ra-Cruz, nos invadió un sentimiento de desamparo y abandono, una profunda tristeza por la irremediable pérdida de alguien muy querido.

    En plena madurez de una vida consagrada al tra­bajo, al prójimo y a su Hermandad, donde ha vivido mucho y no cesó en su labor de siembra calladamente. Se hará difícil olvidar a Manolo porque gracias a su constancia, su saber, su trabajo, su vida, podemos contar con una Hermandad viva, porque puso todo su empeño en momentos difíciles y sobre todo animó y comprometió a los jóvenes para que esta Hermandad continúe en el futuro, como hasta nuestros días.

    Esos jóvenes siempre recordarán el emocionante homenaje que se le brindó con la imposición de la insignia de oro de la Hermandad.

     

    Más que nunca recordamos sus detalles, sus formas, su sencillez, todo un ejemplo de amor y entrega a su hermandad de la Vera-Cruz, ahora, dirán de él muchas cosas buenas, seguramente, ninguno de los elogios serán inmerecidos.

    Serán recuerdos en cualquier momento, en las tertulias, en la casa de Hermandad, en los ensayos, en los cultos, en el potaje, siempre junto al fuego pre­parando los garbanzos con su receta especial, el montaje de los pasos, poniendo la cera, haciendo las piñas de claveles para la soledad ... ¡Cuantos años!.

     

    Para todos los Hermanos que hemos trabajado con Manolo, este Jueves Santo será muy especial, no es para menos, “su presencia” la notaremos cada instante y seguro que él estará presente en todo momento.

    Cuando su hijo Manolo, me entregó esta fotografía que acompaña al ar­ticulo, se me pusieron los vellos de punta, soy fácil de emocionar, tragué saliva, lloré y recordé momentos, no serán los únicos seguro.

    Cuantas veces Manolo, habrá vestido a su Virgen, a nuestra virgen de la Soledad, estando solo con ella, en ese cara a cara, que se vuelve palpable y cer­cano, por eso mi querido primo, yo no he tenido la suerte que tú has tenido de disfrutar de esa familiaridad. Sabemos que es un trozo de madera, una escultura a fin de cuentas, pero tú y yo sabemos que es algo más. Tú sabes lo que es estar cerca de Ella y seguro que esos momentos se te habrá escapado un Ave María y le habrás mirado de reojo y has comprobado esos ojos abiertos.

     

    A TI MANOLO QUE ESTÁS EN EL CIELO COMO CAPATAZ DE ESTA HERMANDAD.

     

    Texto; Manuel Cabello Cobo 4Marzo2000

     REVISTA EL ESTANDARTE 2000 LA PUEBLA DE CAZALLA